Comer por ansiedad
COMER POR ANSIEDAD: CÍRCULO VICIOSO DEL HAMBRE Y LOS ESTADOS DE ÁNIMO
Cuando nuestras costumbres y conductas relacionadas con la alimentación están condicionadas por nuestro estado de ánimo, en este caso ansioso, hablamos de alimentación emocional. Sin embargo, estas conductas también pueden verse afectadas por la tristeza, por ejemplo.
En estos casos, la persona no come porque tenga hambre, sino que lo hace para saciar ls necesidades emocionales. Comer es una conducta que libera dopamina, que nos hace sentir bien. Por lo que, aunque después puedan aparecer sentimientos de culpabilidad, la recompensa y la sensación de bienestar inmediata ayudan a disminuir la angustia que provoca la ansiedad. Así, aunque en forma inconsciente, es muy probable que en días de angustia, acabemos por consumir comida poco saludable que nos hace sentir bien.
Aunque darse un capricho de vez en cuando es algo normal e incluso recomendable, determinar nuestra alimentación en base a cómo nos sentimos, puede hacernos caer en un círculo vicioso muy nocivo tanto para nuestra salud física como mental.
El principal problema de comer por ansiedad, es que esta sensación no se puede aplacar con comida, sino que, es posible que acabemos sintiéndonos incluso peor que antes.
Muchas personas son incapaces de gestionar sus emociones de forma adecuada y satisfactoria; e ahí que comen por ansiedad.
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